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2.6.20

Nana

Este tercer poema quería dedicárselo a mi yaya. Necesitaba que ella apareciera en el libro. Pasé toda mi infancia en casa de mis yayos y muchas cosas cosas que de pequeña no distinguía si eran real o un sueño las viví allí. Jugando con ovillos de lana, telas viejas en una caja de cartón y cuentos que mi yayo se encontraba en la calle, cuentos de otros niños que ponían su nombre en la primera página. Mi yaya nos enseñaba canciones y a veces nos traía cosas, una mañana apareció con collares de perlas de plástico y nos enseñó a bailar el charleston. Dormíamos la siesta en el suelo con unos almohadones que nos hizo ella y su casa siempre olía a comida y a limpiacristales. A veces nos quedábamos a dormir en casa de mis yayos, nos hacía rezar siempre, la oración esta de que te cuiden cuatro angelitos, hasta que no se hizo muy mayor mi yaya no creía una palabra de todas aquellas oraciones y de madrugada en duermevela, yo miraba los cuadros de nuestra habitación y pensaba que las figuras se movían solas. Siempre pensé que la casa de mi yaya era medio mágica, en la luz del sol que atravesaba las ventanas flotaban pequeños puntos dorados que nunca vi en mi casa, nunca compraron nada nuevo, habían muy pocas cosas y parecía eterna. 

Quería escribirle una nana con las palabras que ella utilizaba como un juego para contarnos los botones que llevábamos en la chaqueta y así saber qué rol teníamos ese día: "botón, señorito, ladrón, ángel, demonio, pastor, botón." He dejado la versión completa en la cuenta de IG, porque aquí la tenía que partir y creo que se pierde la idea de una cabalgata de seres extraños que van a luchar por mí o contra mí, aún no lo sé, los sueños son así.

Te echo de menos yaya.


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