Gracias a Mínima, de la mano de Vireta, tuve el honor de dar un pequeño taller de estilo en la preciosa tienda La Antigua. Admito que me moría de nervios y que estaba segura de que iba a salir fatal. Pero parece ser que no y mis alumnas, que fueron maravillosas todas, tuvieron paciencia infinita y se esforzaron un montón por entender todas estas ideas que se mezclan en mi cabeza. Al final aprovechamos mucho el taller y hablamos de encargos, editoriales, material.. pero sobre todo de estilo y de su significado.
Aquí me veis repitiendo, seguramente, la misma frase veinte veces porque creo que no sé explicarme. Es la mejor foto que pudieron hacerme. Lo siento, soy de esa gente poco fotogénica que cuando le apuntan con una cámara guiña un ojo, tuerce la boca y parece un hipopótamo.
Tuvimos la suerte de poder guardarnos todo el domingo para pasarlo con Alberto. Fue perfecto verlo. Poder reírnos un rato con él, recordar etapas, arreglar un poco el mundo, y reconocer que nos vemos poco para lo mucho que hablamos y nos queremos.
A pesar de que estábamos destruidos de tanto caminar, de tanto hablar, de ver tantas cosas, fue un fin de semana genial. Ayer dormí 10 horas seguidas. Gracias cama.
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